martes, julio 26, 2005


Armstrong, Ullrich y Basso en la subida a Ax 3 Domaines (2005) Posted by Picasa

Lance y el Tour de Francia

No cabe duda de que para la historia del Tour quedará por muchos años, como mínimo siete, la figura de Lance Armstrong como el más grande corredor en dicha carrera. Otra cosa es si lo podemos considerar mejor que Merckx, que ganó 2 Tours menos pero a cambio ganó Giros, Vueltas y Mundiales; o que el mismo Indurain. Y es que Armstrong ha renunciado a cualquier otra carrera del calendario reservandose solo y exclusivamente al Tour. Nunca sabremos lo que hubiese sido del palmarés de Indurain, Merckx, Hinault o Anquetil si hubiesen hecho eso.

Pero desde luego, Armstrong es un campeón mucho más allá del ciclismo. Con su retirada se cierra una etapa de absoluta supremacía en el Tour que, a partir de ahora, tendrá seguramente que ver como más de dos o tres ciclistas luchan cada año por él.

Muchos son los que han querido echar basura sobre él. A los que de verdad nos gusta el ciclismo sabemos lo injusto de esto. Todo líder de la carrera, así como vencedor de etapa, es sometido a controles anti-dopping. De tal modo que Armstrong, despues de todos estos años habrá pasado más de 80 o 90 veces por dichos controles. Existen incluso descalificaciones de corredores, sin sanción, por no cumplir con las tasa de hematocritos. Por tanto, no tiene sentido hablar de dopaje en el caso de Armstrong, pues él es precisamente el ciclista que más veces se ha sometido a dichos controles en los últimos 7 años. Decir que si usa medicinas del cáncer que lo hacen más fuerte es una canallada absolutamente injusta con un deportista.

No voy a entrar en que Armstrong sea una excelente persona. Aquí en España aún recordamos el feo que hizo al recibir el Príncipe de Asturias. Un premio al que hasta Woody Allen, que no va a los Oscars, se prestó a venir. No es desde luego un Indurain en ese sentido, y mucho menos un Perico Delgado. Pero es un hombre que ha luchado mucho, que supo sobreponerse a un trágico destino y cambiarlo. Y es que a Armstrong le dijeron que se moría casi seguro y que jamás volvería a tener hijos. No sólo sobrevivio, no sólo tuvo hijos, sino que encima vivio para ganar siete Tours. Todo un ejemplo de lo que las personas podemos llegar a conseguir cuando las cosas se nos ponen feas. Todo un ejemplo de que nunca hay que darse por vencidos pues la carrera no termina hasta que no se cruza la meta. Armstrong no solo se enfrentó a su enfermedad. Se enfrentó a unas firmas comerciales que quisieron echarlo de su equipo, que no dieron un duro por él cuando él más lo necesitaba. Firmas que luego se tuvieron que revolver las entrañas al ver lo que Lance fue capaz de hacer.

Este año he vuelto a ir al Tour de Francia. Es mi segunda vez, otra vez en el mismo sitio: la subida a Bonascre desde Ax Les Termes. Para el que no lo ha visto nunca, no creo que pueda ni imaginarselo. El Tour es mucho más que la prueba deportiva en sí. Es toda una fiesta multitudianaria. Para acercarse ligeramente a un fin de etapa de montaña hay que, normalmente, ir el día antes. De otro modo, no te quedará más remedio que aparcar a varios kilómetros (este año me quedé a 3) y luego seguir andando por el circuito hasta encontrar un sitio que te guste. Por supuesto para llegar te encontrarás colas y atascos tremendos. Despues, una vez alcanzas tu sitio presenciarás el desfile más grande del Tour: el propio público. Miles de personas subiendo por el puerto, muchas de ellas disfrazadas: andando o en bici. Niños, mayores. Gente de todos los países: España, Francia, Estados Unidos, Canadá, Italia, Alemania, etc... Montones de vascos de naranja con las camisetas del Euskaltel. Y todo es una fiesta. Todo el mundo se trata bien entre sí. Hay buen rollo. Los que llevan tu misma bandera te saludan. A mi unos americanos me ofrecieron sus galletas. Y no hablemos de la cantidad de friquis: tres vascos con biquinis del Euskaltel subiendo por las cuestas, un francés en calzoncillos a rayas rojas y negras, etc...

De repente llega la caravana publicitaria, nada que ver con la de la Vuelta a España, y la fiesta se dispara. Algo que a mi me recordaba muchísimo al Bando de la Huerta o al Entierro de la Sardina. Montones de vehículos 'disfrazados' regalando de todo: gorritas, llaveros, botellines de agua, cerveza, etc... Y cuando ya tienes todo lleno de cosas que no sabes ni como guardar, entonces aparece el Tour en sí: los ciclistas. Cuando vas a un sitio de estos puedes verlos separados, circulando despacio (la rampa era del 10%), hacerles fotos, etc... Como siempre, Armstrong controlando a Ullrich y Basso.

Y despues de la carrera, la fiesta sigue. Gente con mangueras (esto en Murcia es impensable) refrescando a los espectadores, música en las calles de Ax Les Termes y, como colofón, un increible desfile de decenas de kilómetros de ciclistas aficionados retornando a sus lugares de descanso.

El Tour es otro mundo. Porque los franceses lo han acogido como algo muy suyo, pero también como algo muy abierto a todo el mundo. El seguimiento televisivo del Tour en Francia es sólo comparable al que aquí hacen con chorradas como 'Gran Hermano' u 'Operación Triunfo'. Despues de cada etapa empieza un coloquio. Luego hay montones de resúmenes, documentales, etc... Nada que ver con nuestra Vuelta.

Armstrong se va. Le deseo lo mejor. Pero el Tour sigue. Y ahora es la oportunidad de una nueva generación de corredores. De Ivan Basso, de Cunego y, por supuesto, de Alejandro Valverde, entre otros. Que siga el espectáculo.